Enmierdificación

Enmierdificación

Cory Doctorow introdujo el término "enshittification", que podría definirse como un proceso por el cual un determinado servicio digital se degrada hasta el punto de que utilizarlo es un asco, una miseria y una mierda.

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Cory Doctorow (wikipedia 🇺🇸) es un escritor de ciencia-ficción, periodista, blogger y activista por los derechos digitales con doble nacionalidad, canadiense y británica. Es posible que te suene no sólo por sus novelas y por sus ensayos, sino también por ser un blogger veterano muy ligado a Boing Boing, donde fue coeditor durante muchos años y también autor; sus artículos en Boing Boing y en Pluralistic se cuentan por miles.

Además, trabajó para la Electronic Frontier Foundation (wikipedia 🇪🇸), para la cual todavía colabora como asesor.

La palabra fue acuñada en su artículo "Social Quitting", escrito enero de 2023 en Locus Magazine y reseñado tanto en su blog de medium como en su blog personal, pluralistic.net. Poco después, la carga semántica del término cuajó completamente en el artículo "Tiktok's enshittification", y empezó a repetirse en más artículos del propio autor y de otros. Entre esos otros me incluyo, me he referido a ella en varios foros como enmierdificación, que es la traducción que creo que mejor recoge ese matiz de transformación o transmutación en 💩

Es tan relevante que la Sociedad Americana del Dialecto escogió enshittification como la palabra del año en 2023. Y como es un término que voy a usar mucho en este blog, quiero capturar su esencia en este artículo.

La palabra se introdujo al describir la decadencia y el desdén hacia los usuarios y los clientes de las redes sociales y mercados-plataforma. Un mercado-plataforma es un servicio en internet que pone en contacto productores con consumidores, de productos o servicios, y se lleva una tajada por cada transacción. Por ejemplo, eBay y Amazon empezaron cobrando una comisión por cada venta, y plataformas más extendidas hoy en día como AirBnb para alquiler de alojamiento de corta duración, o AirTasker, para ofrecer nuestra capacidad para realizar micro-trabajos, también. Si ganas dinero usando cualquiera de estas plataformas, por ejemplo porque traduces un trabajo mediante AirTasker, ésta se lleva una comisión.

Google también es un ejemplo de mercado plataforma, que pone en contacto productores de información con consumidores de la misma.

A través de su historia, este tipo de plataformas ha seguido más o menos consistentemente el siguiente proceso de enmierdificación, primero para los usuarios del gran público (quien compra, quien busca en Google), y luego para sus clientes (quien paga las comisiones para que sus anuncios o su contenido patrocinado aparezca arriba). Y es fácil reconocer cómo los servicios digitales, no ya sólo los mercados plataforma, van progresando a través de un ciclo de vida que los empeora constantemente hasta que ya no resultan útiles ni provechosos a nadie:

Here is how platforms die: first, they are good to their users; then they abuse their users to make things better for their business customers; finally, they abuse those business customers to claw back all the value for themselves. Then, they die.

(Así es como mueren las plataformas: primero, son buenas para con sus usuarios; después abusan de sus usuarios para favorecer a sus clientes; finalmente, abusan de sus clientes para acaparar todo el valor para ellas mismas. Después, mueren.)

El caso de Google es enorme, y como ejemplo es fantástico: su propia transición hacia un mercado plataforma de la publicidad es su enmierdificación en sí misma, y sigue la descripción de Cory Doctorow etapa a etapa:

  1. Primera Etapa: en aquellos dos años entre 1998 y 2000, cuando Google todavía no tenía una división de negocio de anuncios y de posicionamiento por palabras, los resultados eran clasificados excelentemente por pura relevancia, y todos sus usuarios estábamos maravillados: por fin era fácil encontrar cosas en internet.
  2. Segunda Etapa: entre el 2000 y hoy, los usuarios reciben anuncios y resultados de búsqueda promocionados, cada vez más arriba y paulatinamente cada vez más; mientras, aparece la figura del cliente, que son los anunciantes que les pagan y reciben visitas gracias al posicionamiento comprado. Este posicionamiento se consigue realizando seguimiento a nuestra actividad en internet, que cada vez es más difícil de entender, limitar o evitar aún sin usar Google o tener cuenta de usuario. Con la llegada de Android, Google nos sigue a todas partes porque está en el bolsillo. Es el abuso de los usuarios en favor de sus clientes.
  3. Tercera Etapa: los cada vez peores resultados de la búsqueda de Google a pesar de su cada vez mayor apetito por tus datos personales son sólo los efectos más recientes del proceso. Ahora mismo, sólo quien más paga aparece en primera página: los resultados de búsqueda son cada vez peores, menos diversos y menos relevantes para el usuario, y cada vez más clientes se quedan fuera de la primera página porque no pueden competir. Y recordemos: según Javier Cansado, la tercera página de Google es la Dark Web. Y Google no deja de cobrar y de crecer, acaparando el valor para ella misma mientras abusa de sus clientes.
  4. Obviamente, Google sigue ahí; todavía no se ha cerrado el proceso.

Pero aunque el término se empezó explicando con las plataformas, es fácil extenderlo a otros ejemplos relacionados con la tecnología, como pueden ser los impedimentos a la reparación independiente de los dispositivos por los que has pagado bajo el pretexto de protegerte. Sí, te impedimos reparar tu dispositivo para protegerte: es absurdo pero cierto. O que Windows, un producto cuyo precio oficial es 145€, muestre publicidad y contenido posicionado sin ningún tipo de rubor.

Todas estas cosas hacen que te pares, te plantees que las cosas, antes, no eran así. Que antes todo era más transparente, más honesto y más personal. Y que te enfades, lógicamente.

Y todo lo que se enmierdifica lo hace al mismo tiempo que eleva los costes del cambio para que los usuarios y clientes no tengan tan fácil el irse a otro lado. Por ejemplo, cualquier aplicación de mensajería instantánea o red social comercial hace imposible o lamentable el contactar con usuarios de otras. Desde WhatsApp no podías contactar con un usuario de Telegram. Desde iMessage no podías contactar de forma segura con usuarios de Android, a los que enviaba mensajes SMS como si estuviéramos en la década de 1990.

Estábamos tan metidos en el barro que probablemente lo veíamos normal, hasta que recordamos que hay redes sociales federadas como Mastodon, y mensajería descentralizada, como XMPP, que ponen en tela de juicio cualquier justificación técnica.

De hecho, la Ley Europea de Mercados Digitales ha bastado para, por un lado resolverlas, y por otro para poner en evidencia a todo el mundo. Apple implementará compatibilidad con RCS, el sucesor de los SMS, permitiendo así contactar con usuarios de Android con un mínimo de seguridad; sin embargo, seguirá mostrando las burbujas del chat RCS en verde, color asignado actualmente a los SMS, lentos, obsoletos y que nadie debería usar por pura seguridad. Tú y yo lo sabemos, pero probablemente muchos usuarios de a pie ni se enteren del matiz, y sigan asociando las conversaciones con burbujas verdes con poca calidad. WhatsApp también tiene lo suyo: permitirá interoperar con otras alternativas, pero segregará las conversaciones con otras plataformas en una pestaña aparte, haciendo de todo el tema un ejercicio de segregación bastante descarado. Ambos cumplen, sí, pero de forma que genera rechazo, fricción y vergüenza ajena.

La situación, a estas alturas, es tan pobre y generalizada que este tipo de cosas son casi como un despertar.


La enmierdificación puede afectar a cualquier cosa más allá de la tecnología y los servicios digitales, como a los coches, los tractores y, en general, a cualquier cosa en la que su responsable pueda llegar a pensar que no te está sacando el suficiente dinero. Aún así, en este blog me centraré en la tecnología y en servicios digitales, señalando víctimas de la enmierdificación y comparándolas con los remansos de calidad a los que todavía nos podemos retirar.