Un año con un Framework 13

Tengo un Framework 13 y durante un año lo he usado para todo. Ésta es mi retrospectiva.

Un año con un Framework 13
Imagen tridimensional del despiece de un Framework trece. Tomada del foro de soporte de la comunidad, de un hilo de discusión sobre fondos de pantalla temáticos de la marca y del modelo. (origen https://community.frame.work/t/3-2-desktop-wallpapers/3533/127) Autor desconocido.

Normalmente todas las primeras impresiones son buenas, pero muchas veces nos falta esa retrospectiva tras mucho tiempo de uso. Este artículo da cuenta de cómo de bien me ha ido con este portátil tras algo más de un año de uso intensivo y como ordenador principal, siempre ejecutando y desempeñando todas mis tareas en Linux, haciendo hincapié en las cosas buenas y las no tan buenas.

Compatibilidad con Linux GNU/Linux

A día de hoy y con la distribución que uso, que es Fedora en alguna de sus variantes, la compatibilidad es total, excepto con el lector de pantalla. No hay ningún dispositivo que no funcione; sin embargo, para que todo funcione bien, debemos tener en cuanta algunas cosas y, dependiendo de nuestras elecciones, hacer algunos ajustes.

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Como siempre, pero esperemos que por poco tiempo, GNU/Linux tiene sus servidumbres.

Esta sección no trata de desanimarte, sino todo lo contrario porque todos los problemas que detallo aquí son salvables de una u otra forma; sin embargo, y para poder disfrutar de un portátil Framework, conviene leer este apartado.

Lo primero es que debemos escoger la mejor distribución para nuestras necesidades de accesibilidad: Fedora funciona bien para mí, pero no para una persona que necesite un lector de pantalla. Fedora utiliza Wayland por defecto, que es el protocolo de gestión de ventanas y gráficos destinado a reemplazar a X, que acaba de cumplir 40 años y tiene toda una serie de problemas. Lamentablemente, Wayland rompe la compatibilidad con los lectores de pantalla de Linux, y aunque se está trabajando en restaurar la accesibilidad, el trabajo no está terminado. Si necesitas usar un lector de pantalla te recomiendo que evites Fedora por el momento y que uses otra distribución que utilice X por defecto, como Pop!_OS o Linux Mint en alguna de sus variantes.

En cualquier otro caso, este portátil requiere usar Wayland por la mera razón de que la pantalla tiene una resolución demasiado alta. Aunque parezca contradictorio, es aquí es donde nos podemos desanimar un poco.

  • Con la pantalla que trae este portátil, necesitas escalado fraccionado. Si no configuras una ampliación a 125% ó 150%, la resolución nativa del portátil es tan alta que no vas a poder trabajar.
    • Esto no funciona bien, o no funciona en absoluto, con X.
  • Si usas Linux con Wayland, el escalado fraccionado funciona bien en KDE por defecto, queriendo decir "bien" que las aplicaciones se ven nítidas. Da igual lo antiguas que sean las aplicaciones: en general se ven todas igual de nítidas.
  • En Gnome, sin embargo, vas a tener que arreglar las aplicaciones antiguas una por una, añadiendo parámetros por línea de comandos en aquellas aplicaciones que se vean borrosas.

Por aplicaciones antiguas me refiero a aquellas aplicaciones que todavía no se han adaptado nativamente al uso de Wayland como protocolo de pantalla.

A continuación una imagen donde se puede comparar "aplicación borrosa" con "aplicación que se ve bien": se trata de una superposición de la misma web mostrada en Firefox (al fondo, nítida) con la misma web mostrada por una aplicación que no está corregida para usar el escalado fraccionado moderno, implementado por Wayland (en primer plano, texto borroso):

Superposición de una web en la que se aprecia el efecto del escalado fraccionado mal realizado (en primer plano), superpuesta sobre la web correctamente representada por una aplicación que sí está adaptada al escalado fraccionado moderno (con Wayland).
Superposición de una web en la que se aprecia el efecto del escalado fraccionado mal realizado (en primer plano), superpuesta sobre la web correctamente representada por una aplicación que sí está adaptada al escalado fraccionado moderno (con Wayland).

Parece una diferencia trivial, pero cuando la ves y tu cerebro aprende a distinguirla sin esfuerzo, no es algo que puedas "desver". Echa por tierra la experiencia de usuario que, de otra forma, disfrutarías con esta pantalla.

Este problema, como señalaba antes, afecta predominantemente a Gnome. Aún así, con la excepción de las aplicaciones que utilizan Java para la gestión de gráficos, como los entornos de programación integrados de JetBrains, he podido solucionar todo actuando sobre cada aplicación. Esto se hace añadiendo opciones adicionales por línea de comandos en sus accesos directos; sin embargo, al tener que hacerlo aplicación por aplicación, es algo que se lleva su trabajo. Si no estás por la labor, este asunto me llevaría a recomendarte evitar Gnome y usar KDE. Si prefieres Gnome y necesitas ayuda, escríbeme un comentario por aquí mismo o por mastodon, y te ayudaré hasta donde pueda.

En cualquier otro aspecto, la experiencia que ofrece este portátil con GNU/Linux es impecable. Con un mínimo de configuración opcional, para dejar las cosas a nuestro gusto, tanto Fedora Workstation como los spins con KDE, o las versiones atómicas Silverblue (Gnome) y Kinoite (KDE) encajan como un guante.

Ampliabilidad y reparabilidad a prueba de torpes

La realidad es que tengo un portátil que es más fácil de montar y desmontar que mi sobremesa.

Y no exagero: allá por 2017 cometí el error de comprarme un sobremesa primero y la tarjeta gráfica después. Esto me llevó a descubrir que, según la tarjeta gráfica que quieras, no vale cualquier fuente de alimentación: la fuente de alimentación que había montado no tenía salidas de alimentación suficientes como para conectar una Nvidia GTX 1070. Para cambiar la fuente de alimentación tuve que desmontar todo el sobremesa y las pasé canutas con la cantidad de tornillos y cables, y la gestión de los mismos. De hecho, me sobró un tornillo que tengo guardado por ahí.

Sin embargo, el Framework se monta y desmonta con un solo destornillador, la organización del interior es excelente, y cada componente tiene un código QR que te lleva a la guía de instalación o reemplazo de cada uno. La batería se desconecta automáticamente cuando detecta que el dispositivo está abierto, y el portátil no tiene clips de presión: todo se ensambla o bien con el destornillador que trae, o bien se fija con imanes. Como prueba, un vídeo de iFixIt (en inglés) en el que actualizan la pantalla, placa base y batería de un Framework de primera generación a los componentes que vienen con el modelo que tengo:

El vídeo está extremadamente resumido, pero por propia experiencia os puedo decir que los 20 minutos que menciona el presentador se pueden convertir, todo lo más, en 30 si tienes que pensarte las cosas dos veces y consultar las instrucciones para mayor seguridad. Fácil, divertido y responsable con tu bolsillo y el planeta.

Montar un sobremesa con la misma facilidad es difícil y sale más caro, porque vas a necesitar cajas mejores, y fuentes de alimentación modulares para evitar manojos de cables por ahí colgando. El diseño mecánico de cajas y componentes fáciles de cambiar, y que encajen bien entre ellos sin hacer encaje de bolillos, es de suponer, tiene un precio.

Pese a estas posibilidades, el acabado se nota muy bueno, y la rigidez de todo el conjunto es mucho más alta de lo que personalmente me podía imaginar. No hay crujidos ni zonas donde el portátil dé la impresión de ser frágil.

El hardware

La pantalla que escogí es la de acabado mate. Es una pantalla IPS que ofrece brillo superior a 400 nit (candelas por metro cuadrado) y un contraste superior a 1500:1.

Cubre el rango del espacio de color sRGB al 100% y tiene una resolución de 2256×1504 píxels en sólo 13.5 pulgadas. La resolución arroja una densidad aproximada de 200 puntos por pulgada, que para la distancia normal de uso de un portátil (aproximadamente 50 cm.), hace muy difícil que la imagen resulte pixelada. Por otro lado, obliga a usar escalado fraccionado de gráficos para que el tamaño del texto y los controles resulte razonable. Mientras que en Windows esto es un simple ajuste, con Linux tuvimos que remangarnos un poquito más, como ya he comentado. La relación de aspecto es 3:2, quizá no tan cómoda para ver películas como una 16:9, pero mejor para trabajar, porque cabe más texto en vertical.

Fotografía de la pantalla donde se puede apreciar que, con la resolución de la misma, los píxeles de la imagen no son visibles ni en las distancias cortas.
Fotografía de la pantalla donde se puede apreciar que, con la resolución de la misma, los píxeles de la imagen no son claramente visibles ni en las distancias cortas.

La batería es de 61Wh pero se queda en un aprobado. Mientras que su autonomía cumple, proporcionando unas 12 horas escribiendo texto con poco brillo en la pantalla, el soporte a umbrales de carga y a características de cuidado de la misma se queda muy corto en comparación a las baterías de otros portátiles profesionales, como los ThinkPad. Es de esperar que tanto la controladora de la propia batería, como el software proporcionado por Framework, y la eficiencia de los microprocesadores mejoren en un espacio de dos o tres generaciones hasta darnos una eficiencia que pueda acercarse a la de un Apple Silicon, y el control esté a la altura de un ThinkPad, pero por ahora esto es lo que hay. Lo bueno es que, cuando estas cosas vayan mejorando, portátiles como el Framework podrán irlas adquiriendo componente a componente, y no teniendo que reemplazar el equipo entero.

El trackpad, creo, es lo peor que tiene el portátil. No porque tenga un tamaño o una respuesta inadecuadas; al contrario, soporta gestos con tres y cuatro dedos de forma ágil y precisa. Es por el rechazo de palma: al menos con Linux, el rechazo de la palma de la mano es realmente malo, lo cual quiere decir que en medio de un texto puedes mover el ratón, seleccionando texto, escribiendo encima, y estropeando constantemente el flujo de trabajo. Y es que el controlador no soporta ningún mecanismo de ajuste de presión o de sensibilidad, así que la única solución que he encontrado para esto ha sido ponerme manos a la obra y configurar un atajo de teclado para desactivarlo cuando necesito escribir textos largos, como es este caso, programando un pequeño script al que poder asociar una combinación de teclas (Meta+T, en mi caso) en Gnome.

#!/bin/sh

state=$(gsettings get org.gnome.desktop.peripherals.touchpad send-events)

if [ "$state" == "'enabled'" ];then
	gsettings set org.gnome.desktop.peripherals.touchpad send-events disabled
else
	gsettings set org.gnome.desktop.peripherals.touchpad send-events enabled
fi

El rendimiento no merece demasiado comentario porque es excelente. Con un Intel Core i7-1360P a 5 GHz con 64 GB de RAM, no hay nada que yo necesite ejecutar con lo que se quede corto, y el microprocesador tiene una cantidad de núcleos suficiente (4 de alto rendimiento y 8 de alta eficiencia) como para ser un microprocesador excelente a la hora de utilizar contenedores y máquinas virtuales. Como referencia para los usuarios de Macintosh podríamos decir que, sin tener en cuenta el ancho de banda de acceso a memoria, el rendimiento de este microprocesador se sitúa entre el Apple M2 y el M2 Pro. Una nota negativa es que, pese a que el microprocesador soporta DDR5 y LPDDR5, la placa base de Framework para este modelo sólo porta DDR4. Esto afecta no sólo a la velocidad alcanzable, sino también al consumo de energía del ordenador. Eso sí, el kit de placa y procesador sólo tiene un ventilador, y cuando sopla, sopla de verdad. Con tareas exigentes este portátil no es silencioso en absoluto.

El almacenamiento que le he puesto ha sido un módulo Crucial P5 Plus PCIe 4, de 2 TB, en lugar de los Western Digital que ofrece Framework, porque éstos no ofrecen cifrado por hardware y el Crucial sí. El cifrado por hardware funciona como sigue: el disco está siempre cifrado, hagas lo que hagas, pero de fábrica no solicita ninguna contraseña en el arranque. Cuando, en la UEFI / BIOS de tu ordenador, configuras una contraseña para el disco, lo conectes al ordenador que lo conectes, si no introduces la contraseña correcta el disco es ilegible. Esto permite configurar la seguridad de forma independiente al sistema operativo, con el inconveniente de que perdemos algo de velocidad. Por poner valores concretos, los módulos que vende Framework ofrecen una velocidad de lectura secuencial de 7300 MB/s, mientras que el Crucial que he montado ofrece 6600 MB/s. En mi caso personal, el cifrado por hardware vale más que los 700 MBps que he entregado a cambio.

El teclado es muy bueno. Teclas y recorrido amplio, buen tacto y respuesta sólida. Con una retroiluminación que aparece bajo las teclas, sin resaltar los glifos en las teclas, pero que, aún así, resuelve. Personalmente lo sitúo como bastante mejor que el teclado de los Macbook Pro actuales (uso un M3 en el trabajo) pero por debajo del teclado de los ThinkPad que, en mi opinión, está próximo a ser perfecto. Sin embargo, tiene dos defectos: uno cosmético y otro funcional.

  • Cosméticamente, es un teclado con la tecla de Windows. En Linux, esa tecla se llama Meta y no necesita estar marcada con el logotipo de Windows, ni con ningún otro. Es un modificador de teclado más. Actualmente (2024), Framework está preparando kits de teclado con una tecla Meta agnóstica del fabricante del sistema operativo, pero cuando compré el portátil no estaba disponible.
Fotografía del teclado de mi portátil framework. Se puede ver la tecla de Windows en primer término, y la retroiluminación está activada
Un teclado más con la tecla de Windows: ¡qué tristeza!
  • El defecto funcional es que no tiene un indicador luminoso del estado de las teclas de función (Fn). En este teclado, como en muchos otros, tenemos las teclas F1 a F12 con doble comportamiento: F1 a F12, o extensiones como el control de volumen, brillo de la pantalla, etc. Estos modos se pueden bloquear mediante Fn+ESC, pero no hay ningún indicador visual que te diga, antes de pulsar la tecla F1, si se va a abrir la ayuda (F1), o si se va a poner el sonido en mudo (mute). Y esto no es algo que se pueda arreglar con extensiones o controladores, porque a diferencia de indicadores como el bloqueo de mayúsculas, y demás modificadores estándares, éste ocurre en el hardware del teclado sin exponer ningún indicador al sistema operativo.

El lector de huellas es realmente bueno. Rápido, fácil de configurar y con un soporte en Linux excelente, me ahorra una cantidad de tiempo increíble. En Linux se puede usar el lector de huellas en la Terminal, a diferencia de en macOS que hay que teclear la contraseña cada vez que tenemos que usar `sudo`.

El sonido ni impresiona ni molesta, lo mismo que la cámara web a 1080p y 60 Hz. El micrófono es suficiente como para tener una conversación inteligible.


Conclusión

No puedo estar más contento con este portátil. Es ligero, razonablemente bonito, y con unas prestaciones y una calidad muy altas.

La compatibilidad con GNU/Linux, que define en muchos aspectos lo que yo necesito y quiero, es excelente y sólo puede mejorar.

En cuanto a lo que distingue este portátil de otros: su reparabilidad y ampliabilidad, merecen mucho la pena. En mi caso concreto, y salvo que necesite un dispositivo con mayor capacidad gráfica, este es en teoría el portátil definitivo: todo lo que a día de hoy me disgusta, lo que se rompa o lo que se quede corto se podrá cambiar, y en muchos casos reutilizar de alguna forma. Mientras la compañía sobreviva, estas características compensan con creces el sobreprecio que suponen en comparación con otras alterantivas menos reparables o, directamente, de usar y tirar.

Los puntos negativos, como el trackpad, el rendimiento por watio, el control de la batería y lo ruidoso del ventilador son cosas de las que el fabricante es consciente y se irán superando.